11 MARZO
El enojo –llámese
“ataque de ira”- también puede ser una enfermedad. Aflige a muchos de nosotros. El síntoma de la
enfermedad de la ira es un impulso incontrolable para juzgar y condenar a otra
persona. Mediante esta explosión emocional realmente afirmo que todo lo que yo
pienso y ejecuto es correcto, y todo lo que la otra persona hace está mal. Si
yo no estuviera enfermo cuando denuncio y acuso, debería darme cuenta por lo
menos de que el alivio momentáneo que recibo de esos arranques es de ínfimo
valor comparado con las consecuencias que debo soportar.
Hoy aprendo a ser
bueno conmigo mismo. ¿No estoy enfermo cuando dejo que la ira destruya mi
compostura y paz mental? Cuando pierdo autocontrol, ¿no estoy cediendo el
control a otro a quien trato como adversario? ¿Puede el enojo expresar amor?
“Hoy me esforzaré para
que la quietud me cure de la inestabilidad emocional. Que yo utilice la
serenidad para amortiguar el impacto de todo lo que ocurra fuera de mí”.
Buen día
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