viernes, 11 de marzo de 2016

11 MARZO

El enojo –llámese “ataque de ira”- también puede ser una enfermedad. Aflige  a muchos de nosotros. El síntoma de la enfermedad de la ira es un impulso incontrolable para juzgar y condenar a otra persona. Mediante esta explosión emocional realmente afirmo que todo lo que yo pienso y ejecuto es correcto, y todo lo que la otra persona hace está mal. Si yo no estuviera enfermo cuando denuncio y acuso, debería darme cuenta por lo menos de que el alivio momentáneo que recibo de esos arranques es de ínfimo valor comparado con las consecuencias que debo soportar.

Hoy aprendo a ser bueno conmigo mismo. ¿No estoy enfermo cuando dejo que la ira destruya mi compostura y paz mental? Cuando pierdo autocontrol, ¿no estoy cediendo el control a otro a quien trato como adversario? ¿Puede el enojo expresar amor?

“Hoy me esforzaré para que la quietud me cure de la inestabilidad emocional. Que yo utilice la serenidad para amortiguar el impacto de todo lo que ocurra fuera de mí”.

Buen día


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