5 MAYO
Para mí, humildad era
un concepto difícil de entender. Desde la niñez me enseñaron a anteponer los
deseos y necesidades de los demás a los míos. Equiparaba humildad con el
cuidado de otras personas, pasando por alto mis sentimientos y necesidades
personales. Hoy entendí que la verdadera humildad no es degradante, y que no
exige descuidar mis propias necesidades. De hecho la humildad no se mide por lo
mucho que yo haga por la gente, sino por mi buena voluntad para realizar la parte que me corresponde.
Empiezo a comprender
la humildad, a aprender lo que es y lo
que no es mi responsabilidad. A medida que esto se va aclarando, me siento más
capaz de cumplir con la parte que me corresponde, en cuanto a mí mismo y en
cuanto a los demás.
“Parte del aprendizaje
de la humildad consiste en aprender a contribuir a mi bienestar personal. Hoy
seré indulgente conmigo mismo, como lo sería, normalmente con otra persona”.
Buen día
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