jueves, 5 de mayo de 2016

5 MAYO

Para mí, humildad era un concepto difícil de entender. Desde la niñez me enseñaron a anteponer los deseos y necesidades de los demás a los míos. Equiparaba humildad con el cuidado de otras personas, pasando por alto mis sentimientos y necesidades personales. Hoy entendí que la verdadera humildad no es degradante, y que no exige descuidar mis propias necesidades. De hecho la humildad no se mide por lo mucho que yo haga por la gente, sino por mi buena voluntad  para realizar la parte que me corresponde.

Empiezo a comprender la humildad,  a aprender lo que es y lo que no es mi responsabilidad. A medida que esto se va aclarando, me siento más capaz de cumplir con la parte que me corresponde, en cuanto a mí mismo y en cuanto a los demás.


“Parte del aprendizaje de la humildad consiste en aprender a contribuir a mi bienestar personal. Hoy seré indulgente conmigo mismo, como lo sería, normalmente con otra persona”.

Buen día 

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