lunes, 28 de mayo de 2018

28 MAYO


28 MAYO

El gran peligro de admitir el resentimiento consiste en que a menudo nos conduce a la venganza. Nos sentimos justificados cuando nos tomamos el desquite y pagamos con la misma moneda a los que nos han ofendido.

Pero, ¿cómo podría yo castigar con justicia alguien por lo que me ha hecho, cuando no puedo comprender sus intenciones ni motivos? Tal vez el daño causado no era intencional; probablemente somos demasiado quisquillosos, o bien,  hemos sufrido a causa de la falta de bondad de otros.
“Nadie me ha dado el derecho de castigar a otra persona. Por lo tanto, cualquier intento que yo realice para desquitarme por una ofensa recibida, sólo me acarreará infelicidad”.

“En la naturaleza no hay recompensas ni castigos: hay consecuencias”. Robert G. Ingersoll

Buen día

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