17 MAYO
No siempre, en cada
relación, manejamos las cosas de la manera que esperábamos. Pero las amistades
no tienen que terminar porque cometamos errores, sino que podemos hacer
enmiendas. Si estamos sinceramente dispuestos a aceptar las responsabilidades
que entraña la amistad y hacemos las enmiendas debidas, dichas amistades pueden
convertirse en algo más sólido y valioso que nunca.
Hacer enmiendas es
sencillo. Nos acercamos a la persona a la que hemos hecho daño y decimos:
“Estaba equivocado”. A veces evitamos ir al grano y eludimos reconocer nuestra
culpa en el asunto. Para que las enmiendas sean efectivas, tenemos que hacerlas
simples: admitimos nuestra parte y lo dejamos ahí.
Habrán ocasiones en
que nuestros amigos no acepten nuestras disculpas. Quizás necesitan tiempo para
elaborar lo que ha pasado. En ese caso, debemos dárselo. Después de todo, los
equivocados éramos nosotros, no ellos. Hemos hecho nuestra parte; el resto está
fuera de nuestras manos.
“Hoy quiero ser amigo
responsable. Me esforzaré por hacer las enmiendas con sencillez”.
Buen día
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