8 FEBRERO
A medida que descubro
mis propios defectos y los encaro, también mis buenas cualidades se revelarán
con la misma realidad. Ojalá que yo sepa reconocerlas para que no sólo
compensen mis faltas, sino que me den una base sobre la cual progresar. Si
reconozco que soy bondadoso, tolerante, generoso, honrado y paciente, debe
complacerme por estas cualidades constructivas. Ellas hacen posible que me
sienta a gusto conmigo mismo; además, son aliadas poderosas para eliminar los
defectos que obstruyen mi serenidad.
Es tan engañoso no
reconocer lo que uno tiene de bueno como justificar lo que tiene de malo. Esta
falsa humildad estorba tanto como la arrogancia. El propósito del examen de
nuestro carácter, con tanta objetividad y honradez como nos sea posible, no es
para exagerar la culpabilidad por carecer de algo, sino para usar lo bueno en
superar las faltas.
“Trataré de
comprenderme primero a mí mismo; así
estaré tan ocupado que no tendré tiempo para analizar ni censurar a las
personas de mi alrededor”.
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