4 FEBRERO
A menudo pensamos que
las pruebas que tenemos que afrontar fueron causadas por fuerzas exteriores,
por ejemplo por el destino. Estamos demasiado dispuestos a buscar fuera de
nosotros las causas de nuestras aflicciones, cuando el verdadero enemigo es el
autoengaño. Puede que seamos pobres, privados de los medios con que afrontar
las necesidades de la vida, frustrados al no realizar lo que pensamos que
queremos hacer; pero es muy fácil echar la culpa de todo esto a los demás. Sin
embargo, por difícil que se nos haga la vida, hay muchísimo que podemos hacer
para compensar este daño al tornar hacia nosotros mismos nuestras críticas y
exámenes, y al tomar medidas enérgicas para corregir los que pensamos y hacemos
erróneamente.
“Examinaré mis propias
actitudes y actividades y afrontaré el hecho de que mucho de lo que hago – o
dejo si hacer- contribuye a mi desgracia. Yo también tengo un sentido
inadvertido de culpabilidad que podría superar al rectificar lo defectuoso que
encuentre en mí. Mi primera tarea consiste en dejar de auto engañarme y de
disculparme por mis propios defectos.”
Buen día
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