jueves, 3 de noviembre de 2016

2 DE NOVIEMBRE

2 DE NOVIEMBRE

A veces, lo que hago es  menos importante del “por qué lo hago”. Por ejemplo, si decido expresar lo que siento cuando algo me molesta, mis motivos para hacerlo influirán en lo que diga y en cómo lo diga. Si hablo porque creo que es el comportamiento correcto y porque necesito manifestar mi opinión, entonces el elemento central seré yo. Las reacciones del interlocutor serán mucho menos importantes.

Pero si me expreso con el objeto de manipular o cambiar a otra persona, entonces su reacción será el centro de mi atención y la medida con la cual evaluaré los resultados.

Es posible que en ambos casos utilice las mismas palabras pero es más probable que me sienta mucho mejor si me concentro en mí mismo. Irónicamente, en este último caso los resultados también serán en general más favorables.


“Hoy en vez de tener como único objetivo el conseguir resultados, pensaré en concretar aquellos actos que me parezcan apropiados”.

Buen día

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