2 DE NOVIEMBRE
A veces, lo que hago
es menos importante del “por qué lo hago”.
Por ejemplo, si decido expresar lo que siento cuando algo me molesta, mis
motivos para hacerlo influirán en lo que diga y en cómo lo diga. Si hablo
porque creo que es el comportamiento correcto y porque necesito manifestar mi
opinión, entonces el elemento central seré yo. Las reacciones del interlocutor
serán mucho menos importantes.
Pero si me expreso con
el objeto de manipular o cambiar a otra persona, entonces su reacción será el
centro de mi atención y la medida con la cual evaluaré los resultados.
Es posible que en
ambos casos utilice las mismas palabras pero es más probable que me sienta
mucho mejor si me concentro en mí mismo. Irónicamente, en este último caso los
resultados también serán en general más favorables.
“Hoy en vez de tener
como único objetivo el conseguir resultados, pensaré en concretar aquellos
actos que me parezcan apropiados”.
Buen día
No hay comentarios:
Publicar un comentario