11 DE NOVIEMBRE
Cuando oí por primera
vez que no debía aceptar los comportamientos inaceptables de los demás, me
sentí perplejo. Hoy sé que soy incapaz
ante todos, así que, ¿cómo puedo regularlos? Algunas personas se refieren a la
limitación de comportamientos inaceptables como la fijación de límites. Los
límites, sin embargo, no son normas que pueda imponer a otros. Son reglas de
conducta que fijo para mi beneficio propio.
Hoy los límites son un
ingrediente de civilidad en las relaciones sociales, una cuestión de respeto a
uno mismo y a los demás. Poner límites exige una cierta capacidad para comunicarse
porque los otros no pueden leer mi mente ni yo la de ellos. Otras personas
necesitan saber cómo me siento y yo debo comunicar con amor mis sentimientos.
Así mismo, es importante que escuche y respete sus sentimientos.
No puedo esperar que
los demás compartan mis valores. A veces adopto decisiones por mi propio bien
que ellos no entienden. Si no se respetan mis límites, digo cuáles son mis
límites y con tranquilidad y serenidad hago lo necesario para ocuparme de mí
mismo. No tengo que ponerle fin a mis relaciones. No obstante, tengo que
admitir mi responsabilidad de honrarme digno de respeto.
Soy más consciente de
mis límites cuando estoy con gente en quien no confío. Con los que confío,
puedo ser más flexible. Si permito que se violen mis límites en forma repetida,
soy voluntario más que víctima. Es mi responsabilidad estar con gente positiva
y digna de confianza y limitar mis tratos con la que no lo es.
“Demuestro dignidad y
respeto por mí y por los demás cuando honro
mis valores y también los suyos. Hoy tengo la opción de fijar límites, trazar
una línea que no permitiré que se cruce.”
Buen día
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