viernes, 11 de noviembre de 2016

11 NOVIEMBRE

11 DE NOVIEMBRE

Cuando oí por primera vez que no debía aceptar los comportamientos inaceptables de los demás, me sentí perplejo.  Hoy sé que soy incapaz ante todos, así que, ¿cómo puedo regularlos? Algunas personas se refieren a la limitación de comportamientos inaceptables como la fijación de límites. Los límites, sin embargo, no son normas que pueda imponer a otros. Son reglas de conducta que fijo para mi beneficio propio.

Hoy los límites son un ingrediente de civilidad en las relaciones sociales, una cuestión de respeto a uno mismo y a los demás. Poner límites exige una cierta capacidad para comunicarse porque los otros no pueden leer mi mente ni yo la de ellos. Otras personas necesitan saber cómo me siento y yo debo comunicar con amor mis sentimientos. Así mismo, es importante que escuche y respete sus sentimientos.

No puedo esperar que los demás compartan mis valores. A veces adopto decisiones por mi propio bien que ellos no entienden. Si no se respetan mis límites, digo cuáles son mis límites y con tranquilidad y serenidad hago lo necesario para ocuparme de mí mismo. No tengo que ponerle fin a mis relaciones. No obstante, tengo que admitir mi responsabilidad de honrarme digno de respeto.

Soy más consciente de mis límites cuando estoy con gente en quien no confío. Con los que confío, puedo ser más flexible. Si permito que se violen mis límites en forma repetida, soy voluntario más que víctima. Es mi responsabilidad estar con gente positiva y digna de confianza y limitar mis tratos con la que no lo es.


“Demuestro dignidad y respeto por mí y por los demás cuando  honro mis valores y también los suyos. Hoy tengo la opción de fijar límites, trazar una línea que no permitiré que se cruce.”

Buen día

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