10 AGOSTO
A muchos de
nosotros se nos enseñó que la ira es inaceptable. Así que aprendimos a negar
esta básica emoción humana. Por el contrario, la ocultamos, culpamos a otros,
nos ponemos de mal humor, guardamos silencio, o sobre reaccionamos. Como
resultado, herimos y enajenamos aquellos que están a nuestro alrededor.
Algunos de
nosotros aprendimos a usar la ira para cubrir otros sentimientos, como el
dolor, el miedo y la desilusión. Al sustituir la ira por una expresión honesta
de estas emociones, ocultamos nuestra vulnerabilidad y falta de control, de
aquellos que son importantes para nosotros.
La ira
inapropiadamente expresada y desenfrenada puede conducirnos a un abuso físico,
a una división familiar, al stress, a enfermedades, depresión, comportamiento
irracional y a la pérdida del respeto por uno mismo.
Empezamos a
manejar la ira constructivamente reconociéndola. Con esfuerzo podremos detectar
la forma de nuestras respuestas, las cuales nos ayudarán a manejar
apropiadamente nuestra ira y evitar ser controlados por ella. Hablando con una
persona que nos quiere, es una buena manera de empezar.
Algunas formas
constructivas para manejar la ira son: hablar con la persona adecuada, caminar,
tocar con vigor un instrumento musical, o escribir una carta y no enviarla.
“Hoy aceptaré
mi ira como una realidad y la enfocaré constructivamente”.
Buen día
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