jueves, 28 de enero de 2016

28 ENERO

No puedo herir a otros sin herirme también a mí. Esta razón es tan importante como para inducirme a pensar dos veces antes de proferir palabras que puedan provocar un intercambio acalorado. ¿Me he detenido a pensar que el impulso de decir algo hiriente podría provenir de mi propio sentido de culpabilidad que estalla en descargas contra otros?

Ello puede proporcionarme un alivio momentáneo, pero luego regresa como un bumerang para aumentar mi fastidio. La impaciencia con los demás sólo  crea en ellos impaciencia para conmigo.

“¡Si tan sólo yo pudiera aprender a serenar la mente antes de hablar! No quiero actuar con impaciencia y hostilidad, porque sé que ello causará reacción en mí. Es un error pensar que esto requiere dominio propio; la paciencia puede adquirirse a medida que aprendemos a abandonar la obstinación.”

“Quien quiera que pierda la paciencia, pierde la posesión de su propia alma. Los hombres no deben ser como las abejas que se aniquilan al aguijonear a otras.” Jonathan Swift

Buen día


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