martes, 19 de abril de 2016

19 ABRIL

¡Qué fácil fue para mí controlar y dirigir a alguien que yo veía con problemas y tan incapaz de funcionar! A pesar que estaba mejor, con el pretexto de llevarla por el camino correcto, continué tratando de ordenar su vida. Pensé que no sólo era mi derecho sino también mi obligación. No hacerlo equivaldría a pensar ¿qué clase de persona soy?

Las palabras claves son “ayudando” o “controlando”.  Hoy estoy aprendiendo la gran diferencia entre ayudar y controlar. La noción de mantener a alguien en el camino correcto significa control. Pero ahora sé que yo no tengo control sobre ninguna persona.

Me miré largamente con dureza y me di cuenta que necesitaba cambiar mis actitudes y mis actos. Para ayudar a los demás tenía que soltarlos con amor.

Los demás no necesitan mis lecciones o discursos, amenazas, promesas de recompensa o protección. Lo que necesitan es aliento, mi fe de que pueden tener éxito y mi aceptación a su derecho de manejar su propia vida.

“Hoy distinguiré entre ayudar y controlar”.


Buen día

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