6 Junio
Es realmente
lamentable que no podamos comprar trozos de buen humor, así como compramos un
paquete de levadura. Ambos ejercen la misma acción: la levadura hace que el pan
sea liviano y agradable; el buen humor aligera la austeridad del diario vivir y
suaviza los aspectos ásperos de nuestra comunicación con los demás.
Hoy recordaré que cada
vez que me vea tentado a considerar negativamente un acontecimiento, quiera
recordar que quizá no sea tan malo. Si lo considero más de cerca, tal vez le
encuentre un elemento divertido: algo de fantasía, un ángulo absurdo, o hasta
una tontería refrescante. Mi disposición de ánimo hace que las cosas parezcan
negras cuando podría pintarlas de color de rosa.
Procuraré encontrar lo
que pueda añadir gozo a mi vida, y trataré de evitar los asuntos solemnes o
perturbadores. Cultivaré el don de reconocer y disfrutar de las situaciones
humorísticas. Esto podría llegar a ser una forma constructiva de apartar la
mente de mis dificultades diarias.
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