25 JUNIO
La vida no tiene por
qué ser dura.
Sí, hay veces que
necesitemos soportar, batallar y confiar en nuestras habilidades para la
supervivencia. Pero no tenemos por qué hacer la vida, el crecimiento, la recuperación,
el cambio o nuestros asuntos cotidianos tan duros todo el tiempo.
Hacer que la vida sea
tan dura es un remanente de nuestro martirio, un sobrante de las viejas maneras
de pensar, de sentir y de creer.
Somos valiosos, aunque
la vida ya no sea tan dura. Nuestro valor y nuestra valía no se determinan por
lo duro que batallemos.
Si la estamos haciendo
tan dura, podemos estar haciéndola más dura de lo que necesita ser.
Aprende a dejar que
las cosas ocurran fácil y naturalmente. Aprende a dejar que los eventos, y tu
participación en ellos, caigan en su sitio. Puede ser fácil ahora. Más fácil de
lo que ha sido. Podemos ir con la marea, quitarnos el mundo de los hombros y
facilitarnos el camino hacia donde necesitemos estar.
“Hoy dejaré de
batallar tan duro. Dejaré mi creencia de que la vida y la recuperación tienen
que ser duras. La remplazaré con la creencia de que puedo andar este viaje
tranquilo y en paz. Y a veces, de hecho, puede ser divertida”.
Buen día
No hay comentarios:
Publicar un comentario