26 MAYO
Utiliza las fechas
límite como una herramienta.
A veces nos
encontramos en una situación incómoda.
No sabemos qué hacer.
No sabemos cómo resolver el problema. No sabemos cuál podría ser el desenlace
posible. Tal vez estamos saliendo con alguien y la relación no está adquiriendo
vigor alguno, pero no es el momento de forzar una decisión. Quizás sólo sea cuestión de brindar a la otra
persona un poco de tiempo y espacio para que dilucide sus propias dudas. Quizás
el negocio que pretendemos llevar a cabo
no está adquiriendo impuso alguno, pero
las cosas podrían cambiar de curso. Una parte de nosotros, la parte obsesiva,
nos dice: “¡debo saberlo ya!” Sin embargo, la otra parte de nosotros, la parte
serena, lúcida, nos dice: “Cálmate. No es el momento oportuno. Aún no tienes
toda la información”.
Fíjate una fecha
límite, una personal. Imponte un plazo, semanas, meses o quizás de hasta un año
para cambiar de rumbo. Después, evalúa los datos y decide qué vas a hacer.
A veces, fijar una
fecha límite es todo lo que necesitamos para sentirnos relajados. Sabemos que
no estamos atrapados, que no somos víctimas. Tomamos las decisión consciente de
dejar ir y de permitir que las cosas tomen su debido curso.
“Debo otorgarme la
serenidad para no tratar de forzar los resultados y las soluciones antes de
tiempo”.
Buen día
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