lunes, 27 de marzo de 2017

27 MARZO

27 MARZO

Los resentimientos son pequeños seres rastreros, ladinos. Pueden convencernos de que son útiles. Pueden secar nuestros corazones. Pueden sabotear nuestra felicidad. Pueden arruinar el amor.

Casi todos hemos estado del lado receptor de una injusticia en algún momento de nuestras vidas. Casi todos conocemos a alguien que se ha quejado de una injusticia que le hicimos. La vida puede ser un ambiente propicio para los resentimientos, si lo permitimos.

“Sí, pero esta vez realmente me agraviaron”, te quejas.

Tal vez sea cierto. Pero guardar un resentimiento no es la solución. Si lo fuera, la lista de nuestros resentimientos parecería interminable. Analiza tus sentimientos. Extrae los negativos. Después déjalos ir.

Los resentimientos son una conducta intoxicante, un instrumento de alguien que se conforma con sobrevivir en la vida. Son una forma de desquite. El problema es que, quienquiera que sea el blanco de nuestro resentimiento, finalmente la ira se dirige en contra nuestra.

Tómate un momento. Busca en tu corazón. ¿Te has engañado a ti mismo para guardar un resentimiento? De ser así, tómate otro momento y deja ir ese resentimiento.

“Hoy tendré la serenidad que brinda la aceptación”.


Buen día

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