15 OCTUBRE
La forma más
afectuosa de desprendimiento emocional de la que he sido testigo ha sido el
perdón. En vez de considerar el perdón como un borrador para limpiar las
pizarras de otros o un mazo para dictar el veredicto de “inocente”, pienso que
el perdón es un par de tijeras que puedo usar para cortar los hilos del
resentimiento que me unen a problemas o a heridas pasadas. Al cortar con el
resentimiento, me libero.
Cuando me
encuentro consumido por sentimientos negativos a causa del comportamiento de
otra persona, veo que he perdido la perspectiva. No tengo qué tolerar lo que
considero inaceptable pero revolcarme en la negatividad no alterará la
situación. Si hay algo que pueda hacer, soy libre de hacerlo. Al soltar
verdaderamente las riendas, me desprendo y perdono.
Cuando mis
pensamientos están llenos de amargura,
temor, autocompasión y venganza, hay poco sitio para el amor o para la voz
suave dentro de mí que me guía. Estoy dispuesto a quererme lo suficiente como
para admitir que los resentimientos me cohíben y así poder librarme de ellos.
“Cada vez que
trato de apretar el lazo del resentimiento alrededor del cuello de alguien
estoy solamente ahogándome a mí mismo. Hoy, en cambio, practicaré el perdón”.
Buen día
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