1º OCTUBRE
De pronto
siento que mis pensamientos giran y se entrechocan en mi mente a una velocidad
alarmante -recuerdos, promesas
incumplidas, temores acerca del futuro, expectativas fracasadas tanto para mí
mismo como para otras personas. Es un caos conocido que puedo ahora
identificar. Es una señal de que mi vida, de momento, se ha vuelto
ingobernable.
En tales
momentos, la serenidad está a menudo solamente al otro extremo de la línea
telefónica. Un simple reconocimiento del caos inmediatamente lo reduce. Doy un
paso atrás, salgo de la locura y de repente todo se evapora o diluye en las
múltiples direcciones de las que vino. Las
piezas del caos vuelven a su sitio correcto, al sitio donde puedo dejarlas en
paz o decidir enfrentarme a ellas una a la vez.
“Si surgen
problemas hoy, trataré de identificarlos y dejar un pequeño espacio entre mis problemas y yo.
Si puedo compartirlos con otra persona, haré que su poder disminuya aún más.
Reconocer que mi vida es ingobernable es el primer paso a mi libertad”.
Buen día
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