20 DE SEPTIEMBRE
Cuando hago algo para
otros, muchas veces me siento abrumado y exhausto. Cuando otros no viven de
acuerdo como yo espero, me siento frustrado y caigo en la trampa del enojo,
resentimiento y autocompasión. Pero la
verdad es que mi enojo, frecuentemente,
recae sobre mí, por permitir que otros despierten esos resentimientos en
mí.
Uno de mis defectos
parece ser una tendencia a hacer para otros lo que ellos pueden hacer por sí
mismos, aun cuando ellos no aceptaran mi ayuda. Entonces siento autocompasión.
¿Soy parte del problema en lugar de ser parte de la solución?
Si me ubico en
pensamientos negativos, me vuelvo duro. En cambio, si yo estoy en recuperación, soy bueno conmigo
mismo. No espero perfección y acepto mi propia vulnerabilidad y la de otros.
Es más fácil aceptar a
otros cuando me conozco y me acepto; puedo dejar de ser mártir, reconocer mis limitaciones y luego volver a
ser nuevamente un ser humano.
“Hoy dejaré de
compadecerme y creceré en nuevas y saludables maneras”.
Buen día
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