28 OCTUBRE
Es extraordinario cómo
mi actitud hacia otros tiende a volver hacia mí como una pelota rebotando en un
tablero. Mi impaciencia con otras personas a menudo genera impaciencia conmigo
mismo y con mi mundo. Cuando soy poco amable con alguien me pongo a la
defensiva y espero que otros actúen de la misma manera conmigo. Así mismo,
cuando acepto a alguien incondicionalmente siento que el mundo entero parece
más seguro.
Por tanto me interesa
tratar a otros como desearía que me trataran a mí. Intento imaginar que mis
palabras son acciones dirigidas a mí mismo, porque a la larga generalmente
recojo lo que siembro.
Si soy desdichado con
lo que recibo quizás trate de encontrar ese mismo comportamiento en mí. Puede
que no asuma exactamente la misma forma, pero veo que aquello que me desagrada
en otra persona es lo que me desagrada. Lo contrario también es cierto: lo que
admiro en otros probablemente refleje una cualidad admirable en mí.
“Hay algo que puedo
aprender de mis relaciones con otras personas. Hoy me esforzaré en tomar nota
de mi forma de actuar con otras personas y de cómo éstas actúan hacia mí, ya
que pueden ayudarme conocerme mejor”.
Buen día
No hay comentarios:
Publicar un comentario