25 ABRIL
Un poco de meditación
en la palabra perdonar puede ampliar y profundizar grandemente nuestra
comprensión de ese término.
Se nos pide que
perdonemos a los que nos perjudican. A menos que primero hayamos juzgado y
condenado a esas personas por lo que han hecho, no habrá razón para que las
perdonemos. Más bien tendremos que perdonarnos a nosotros mismos por haberlas
juzgado.
Erramos, pues, si
juzgamos, no importa cuán grave haya sido el perjuicio o con cuanta
premeditación haya sido hecho. Si seguimos esta línea de pensamiento hasta su
conclusión lógica, vemos que podemos perdonarnos únicamente a nosotros mismos.
Al hacerlo también perdonamos a la persona cuya acción nos ha provocado
resentimiento.
“La expresión “amarás
a tu prójimo como a ti mismo” me dice que debo hacer las paces conmigo mismo
antes de estar en condiciones de aprender a amar a otros. Debo tener presente
siempre que no puedo conocer los motivos ni todas las circunstancias de otras
personas, por eso debo aceptarlas, por mi propio bien, tales como son. Un
ingrediente importante de esa aceptación es la tolerancia motivada por el
afecto”.
Buen día
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