20 ABRIL
Muchos procedemos de
familias seriamente dañadas. A veces la locura que reina entre nuestros
parientes resulta agobiante. Por momentos tenemos ganas de preparar la maleta e
irnos lejos, muy lejos.
Esperamos con fe que
los miembros de nuestra familia se nos unan a esta nueva vida, pero para
nuestra gran tristeza, esto no siempre sucede. A veces, a pesar de todos
nuestros esfuerzos por llevar el mensaje, vemos que no podemos ayudar a quienes
más queremos. Ahora sabemos que estamos demasiado cerca de nuestros familiares
para ayudarlos y estamos listos para dejarlos ir.
Hemos visto que cuando
no tratamos de arreglar los problemas de nuestros familiares, les damos el
espacio que necesitan para resolver sus propios asuntos. Al recordarles que no
podemos resolver los problemas por ellos, nos damos la libertad de vivir
nuestra vida. Muchas veces lo mejor que podemos brindar a nuestros seres
queridos es el ejemplo de nuestra recuperación continua. Por el bien del sano
juicio de nuestra familia y el nuestro, debemos dejar que nuestros familiares
encuentren su propia manera de recuperarse.
“Hoy recordaré que
sólo podemos cambiar nosotros mismos”.
Buen día
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