19 ABRIL
¡Qué fácil fue para mí
controlar y dirigir a alguien que yo veía con problemas y tan incapaz de
funcionar! A pesar que estaba mejor, con el pretexto de llevarla por el camino
correcto, continué tratando de ordenar su vida. Pensé que no sólo era mi
derecho sino también mi obligación. No hacerlo equivaldría a pensar ¿qué clase
de persona soy?
Las palabras claves
son “ayudando” o “controlando”. Hoy
estoy aprendiendo la gran diferencia entre ayudar y controlar. La noción de
mantener a alguien en el camino correcto significa control. Pero ahora sé que
yo no tengo control sobre ninguna persona.
Me miré largamente con
dureza y me di cuenta que necesitaba cambiar mis actitudes y mis actos. Para
ayudar a los demás tenía que soltarlos con amor.
Los demás no necesitan
mis lecciones o discursos, amenazas, promesas de recompensa o protección. Lo que
necesitan es aliento, mi fe de que pueden tener éxito y mi aceptación a su
derecho de manejar su propia vida.
“Hoy distinguiré entre
ayudar y controlar”.
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