10 ABRIL
Cuando los demás aprueban
lo que decimos o hacemos nos sentimos bien; cuando lo desaprueban, nos sentimos
mal. Las opiniones sobre nosotros, o cómo nos hacen sentir esas opiniones,
pueden ser algo positivo. Cuando nos hacen sentir bien porque vamos por buen
camino, nos animan a seguir.
Pero “agradar a los
demás” es algo completamente diferente. Tratamos de “agradar a los demás” cuando hacemos algo, bien o mal, únicamente
para conseguir la aprobación de otra persona.
La baja autoestima nos
hace creer que necesitamos la aprobación de otro para sentirnos bien con
nosotros. Hacemos lo que sea para que los demás nos digan que somos
maravillosos. Nos sentimos bien un tiempo y después empieza a hacernos daño. Al
tratar de agradar a otra persona, nos subestimamos y subestimamos nuestros valores. Descubrimos
que la aprobación de los demás no llena el vacío que tenemos dentro.
Es posible encontrar
la satisfacción interna que buscamos, haciendo lo correcto por motivos
correctos. Rompemos el círculo de agradar a los demás cuando dejamos de actuar
únicamente para conseguir su aprobación y empezamos a comportarnos de acuerdo a
lo que nosotros queremos. Cuando lo hagamos, es posible que nos sorprenda
gratamente descubrir que las personas que realmente cuentan en nuestra vida
aprobarán mucho más nuestra conducta. Pero los más importante, nos aprobaremos
nosotros.
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