miércoles, 30 de agosto de 2017

30 AGOSTO

30 AGOSTO

Adquirí un miedo tremendo a cometer errores. Me parecía crucial el analizar todos los resultados posibles, porque cualquier error me conducía a una avalancha de acusaciones y malos tratos de los demás y, en última instancia, de mí. Mi autoestima disminuyó porque sentía que el más pequeño error era inmenso y no podía dejarlo de lado. Así que comencé a encubrir y a racionalizar mis errores, siempre tratando desesperadamente de mantener una apariencia de autocontrol perfecto.

Hoy aprendí a derrumbar la muralla de aparente perfección, a admitir honestamente mis errores y a aceptar el crecimiento. Continuamente estoy en mi autoexamen admitiendo espontáneamente mis faltas, me ha liberado, porque diariamente me reta a ser honesto. Algunas veces titubeo, pero reconozco que cuando digo la verdad, me libero de mentiras que detienen mi progreso. Como dijo Mark Twain, “Sí dices la verdad, no tienes nada que recordar”.

“Es probable que en algo me equivoque cada día de mi vida. Si percibo esto como un fracaso o finjo que no me he equivocado, haré mi vida ingobernable. Cuando dejo de luchar por ser perfecto y admito que estoy equivocado, me libero de sentimientos de culpa y de vergüenza, lo que es motivo de regocijo”.


“Ayudémonos a aceptar los fracasos, no como medida de su valor, sino como una oportunidad para un nuevo comienzo”.

Buen día

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