31 AGOSTO
A menudo he intentado
cambiar a otras personas para satisfacer mis propios deseos. Sabía lo que
necesitaba y si esas necesidades no eran satisfechas, el problema residía en
otra persona. Buscaba a alguien que siempre estuviese disponible pero que no
exigiera demasiado. Recordando el pasado, me parece haber estado buscando a una
mascota en vez de a un ser humano. Naturalmente, esta actitud creaba tirantez
en mis relaciones.
Estoy aprendiendo que
hay una diferencia entre lo que espero y lo que necesito. Ninguna persona puede
ser todo para mí.
Una vez más encaro el
examinar mis propias actitudes. ¿Qué es lo que espero? ¿Esta es una expectativa
realista? ¿Respeto la individualidad de otras personas o sólo las partes que
satisfacen mis antojos? ¿Valoro lo que recibo?
“El tratar de cambiar
a otros es futil, tonto y ciertamente no un acto de amor. Hoy, en lugar de
suponer que ellos constituyen el problema, puedo mirarme a mí mismo y ver qué
cosas necesito cambiar en mi interior.”
Buen día