17 JUNIO
En un cálido día de
verano me senté junto a un riachuelo en el bosque. Tristemente me preguntaba:
“¿cuánto tiempo más, cuánto tiempo?, y me ponía impaciente.
Escuché el arroyo y
veía cómo el gua corría y fluía. Los reflejos del sol y del cielo en la
superficie del agua cambiaban constantemente, pero ella seguía fluyendo sin
cambiar su ritmo.
Entonces pensé: “Yo no
puedo empujar la corriente. Fluye por sí misma. En realidad no tengo poder”.
Y entonces me di
cuenta de que tampoco puedo empujar la corriente de la vida que me rodea y que
sólo podía moverme con ella. Es reconfortante saber que no necesito dirigir esa
corriente. Pero es aún más reconfortante el hecho de saber que tengo un “barco”
y “remos” para ayudarme a navegar el resto del viaje.
Buen día
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