14 DICIEMBRE
¡Cuán grande
es la necesidad humana de una víctima propiciatoria, alguien o algo a quien
echar la culpa de nuestras desilusiones! “Si ella no hubiera hecho aquello, esto no
habría sucedido.” “¿Por qué no hizo él lo que yo esperaba?” “¡Es culpa suya!”
Debo darme
cuenta de que cada vez que creo que alguien me ha ofendido o injuriado, por lo
menos una parte de mi desdicha se debe a la forma en que reaccioné. Realmente,
no soy tan vulnerable a las circunstancias o a las acciones de otras personas,
como pienso que los soy. Mucho de lo que me sucede, bueno o malo, lo he creado
yo mismo.
“Si estoy
convencido de que soy, en gran medida, “el capitán de mi alma”, puedo más
fácilmente aceptar el hecho de que tengo el poder de evitar las desgracias, las
desilusiones y otros problemas. Acusar a los demás por lo que me sucede impediría
mi progreso de vida.”
“Nada puede
hacerme daño, excepto yo mismo; el daño que experimento lo llevo conmigo, y
nunca sufro, excepto por mi propia culpa.”
Buen día