27 NOVIEMBRE
Un poeta una vez dijo
que la adversidad presenta el hombre a sí mismo.
Para mí, es lo mismo
que la adversidad “imaginada”. Si espero que otra persona reaccione de cierta
manera en una situación dada y ella no
satisface mi expectativa –bien, entonces no tengo el derecho a sentirme
defraudado o enfadado. Ocasionalmente, todavía tengo sentimientos de
frustración cuando las personas no actúan o reaccionan cuando pienso que
debieran hacerlo. A través de esa adversidad imaginada, o más bien, que me
causé a mí mismo, me topé cara a cara con mi antiguo ego, el que quería
controlar todo. ¿Ha llegado para mí el momento de finalmente dejar de esperar y
empezar a aceptar?
“Que deje de poner
palabras en la boca de las personas, programándolas –en mi mente- para que reaccionen
como espero. Las expectativas me han engañado antes: yo esperé amor abundante y
protección de mis seres queridos, perfección de mí mismo, la atención exclusiva
de gente conocida. En el lado adverso, anticipaba fracasar, y ser rechazado por
los demás. Que deje de pedir prestados
del futuro problemas o triunfos.”
“Aceptar. No esperar.”
Buen día
No hay comentarios:
Publicar un comentario