19 JULIO
Cuando mi espíritu
atormentado y mis confusos pensamientos no hagan más que dar vueltas sobre sí
mismos y trate de persuadirme de la irracionalidad de este estado de ánimo, quizá
me convenga dejar de razonar y aferrarme a una sola idea, que me produzca
sosiego y serenidad. Esa idea es: Mantenlo simple.
Probablemente yo no
pueda hacer nada en este instante, en este minuto, en esta hora, en este día,
para resolver el problema que me perturba. Entonces, ¿por qué me atormentó?
Dejaré de imaginarme
distintos modos y métodos. No reconstruiré, una y otra vez, los mismos
pensamientos tan amargos que sólo me pueden enfermar físicamente. Me vaciaré la
mente de toda esta perplejidad y me aferraré sólo a una idea sencilla mientras
espero.
Lo que me causa
dificultades a menudo es demasiado complejo para el razonamiento humano. Lo
cierto es que su realidad solamente es producto de mis confusos
pensamientos. Si me detengo por un
instante y me recuerdo a mí mismo que debo mantenerlo simple, me encontraré
volviendo a la cordura.
Buen día
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